jueves, 28 de julio de 2011

Sentimientos silenciados...

En una esquina de la plaza de una ciudad en las montañas, en las tardes de los días sábados, siempre se colocaba un chico con la cara pintada blanca, un chico que actuaba de mimo para alegrar a las personas que pasaban por ahí. Un chico que quiere sacar mil sonrisas en las personas desconocidas, pero que quizás esconda algo en sí mismo.

Sofí es una chica alegre muy risueña y comprensiva, una buena persona, engañada de personas que no hacen el bien en los corazones de otros; ella sale todos los sábados en las tardes a pasear en la plaza de la ciudad para observar al chico con la cara pintada. Mientras todas las personas reían con este chico, Sofí lo miraba con lastima ya que ella veía en él el gran sentimiento escondido.

Estos dos chicos durante 2 años nunca faltaron los sábados y también nunca se conocieron más allá de las miradas, cada uno con sus vidas e historias diferentes, el chico un mimo solitario y la Sofí una chica con el corazón herido.

Después de esos dos años Sofí se acercó al mimo inconscientemente y sin duda alguna, caminando con la cabeza en otro mundo y su corazón destrozado, se paró frente del mimo cara a cara y comenzó a soltar todo lo que tenía en su mente y en su corazón.

“como lo haces?... te dedicas a hacer reír a las personas y a sorprender a los niños, lanzas sonrisas sin transmitir palabra alguna… como lo haces? Para esconder tanto sentimiento en tu interior sin podes desahogar algún dolor de tu corazón… Lo que es yo, ya no aguanto esconder tanta tristeza, siento q mi corazón quiere explotar, mi pecho se ahoga y se me arma un nudo en mi garganta… quisiera poder ser como tú, como un mimo, para esconder todos estos sentimientos en el silencio más profundo de mi ser… poder transformarlo todo en ese dulce sentimiento silenciado y escondido en mi interior para que nadie pueda tocarlo…"

El mimo quedo completamente sorprendido, ya que era la primera vez que una chica se le acercaba de esa manera para desahogar sus penas y sobretodo porque son completamente desconocidos los dos. Él la escucho atentamente todo lo que ella decía y a pesar de no conocerla él supo entenderla, porque él sabía lo que se siente cuando te dañaban el corazón, pero él no podía consolarla ni explicarle con palabras porque era mudo y lo único que podía hacer por ella era escuchar las palabras que nadie quiso escuchar por no saber qué decir.

Sofí pudo contar toda su tristeza del corazón, pudo desahogar sus penas enterradas desde que era una niña y sin botar lagrimas, pero el chico sabía y veía el gran nudo de su garganta y su corazón querer explotar. El mimo viendo el estado en que estaba la chica, le tomo la mano y comenzaron a correr en dirección a la montaña más alta de los alrededores de la ciudad, llegando ya en la cima, respiró profundo y actuó como si estuviera gritando con todas sus fuerzas, miró a Sofí señalándole que lo imitara… ella apretando la mano del chico, respiró profundo y soltó el grito más fuerte y largo del mundo, al terminar de gritar el chico la consoló con un cálido abrazo y en ese momento Sofí no pudo contener sus lagrimas, agarrando fuertemente la espalda del mimo lloró hasta ya no quedar una sola gota de lagrima. Cuando Sofí soltó al mimo de ese abrazo deseado con ansias lo miró a los ojos y respondiendo a un impulso del corazón, lo besó en sus labios, el mimo vio al fin una sonrisa en el rostro de Sofí y fue la sonrisa más bella que podría recordar en su vida, ya que esa fue la última vez que la vio, a los 2 meses el chico que vestía de mimo se enteró que Sofí había fallecido al día después de aquel encuentro donde se habían conocido.

Al visitar su tumba le compro una rosa amarilla, porque le recordaba esa bella sonrisa en aquel atardecer en las montañas. En la tumba se encontró a una señora muy vieja que decía ser su abuela y ella soltó algunas palabras y dijo…

“te fuiste de este mundo de la forma en que la viviste… con una sonrisa que transmitía paz en tu corazón…”

El mimo escucho esas palabras y sus lagrimas comenzaron a caer…

No hay comentarios:

Publicar un comentario